Sensibilidad Alimentaria

A lo largo del tiempo muchos autores han sospechado de la capacidad de los alimentos comunes para causar patología en determinados sujetos. Los primeros antecedentes los podemos encontrar en el año 500 A.C., cuando Ariteo, médico griego, relaciona los alimentos con determinadas situaciones clínicas como las migrañas y cefaleas. Su contemporáneo Lucrecio Caro, de la Escuela Hipocrática, en su obra Rerum Nature, ya señala que algunos alimentos como el queso podía ser beneficioso para algunas personas y para otros podía resultar venenoso y hasta mortal.

En nuestros días, además del rigor diagnóstico, es necesaria la utilización de una terminología precisa ante las Reacciones Adversas a los Alimentos. En 1984, la Academia Americana de Alergia e Inmunología publicó la delimitación de los términos a utilizar con relación a las Reacciones Adversas inducidas por alimentos. (1) Anderson y Song. Básicamente se diferencian dos grandes grupos de reacciones según los mecanismos que los producen:

  1. Las mediadas por mecanismos inmunológicos, llamadas reacciones alérgicas a los alimentos.
  2. Las mediadas por otros mecanismos, que se engloban con el término de intolerancia alimentaria dentro de la que se encuentran las alteraciones metabólicas, déficits enzimáticos, acción tóxica...

Dentro de las reacciones causadas por mecanismos inmunológicos diferenciamos los procesos mediados por elevación de las inmunoglobulinas IgE, que intervienen en procesos anafilácticos, y los mediados por elevación de las IgG. Es a este último mecanismo de reacción al que llamamos Sensibilidad Alimentaria para diferenciarla de la alergia típica.

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